MICROMACHISMOS

Publicado en por Círculos de estudio Psicología para el Cambio

Qué pensarían si les dijera que, cuando un hombre quiere pasar “todo” el día junto a su pareja, está siendo machista. Talvez que estoy exagerando o, posiblemente, se detendrían a pensar: ¿pero si eso me ha pasado a mi?, ¿significa que no lo hacía sólo por estar conmigo? Lamento decirles que así es. Cuando un hombre expresa o deja de expresar (verbalmente o con acciones) ciertas conductas que pueden ser interpretadas como “normales” e inclusive “esperables” en una relación, podemos estar ante un hombre micromachista.

 

¿Cómo es que se acuñó este término? Ustedes saben de la lucha cada vez mayor por conseguir un lugar más protagónico por parte de las mujeres que, unido a la lucha contra cualquier manifestación machista, ha logrado que cada vez sean más los hombres que refieren no ser machistas. El machismo, por ser un conjunto de actitudes, acciones y discursos consecuentes con un sistema social en el que los géneros son jerárquicamente organizados de tal manera que los hombres son quienes detentan el poder y las mujeres son subordinadas, no exime a ningún sexo, tanto hombres como mujeres lo practicamos en nuestros comportamientos y formas de percibir a los demás. Entonces, si el machismo de por si es rechazado, aparentemente, cada vez más por las personas y a la vez está arraigado en nuestra manera de ser, ¿de qué manera puede expresarse sin correr el riesgo a ser descubierto como tal? Luis Bonino Méndez encontró la respuesta y la bautizó con el nombre de MICRO MACHISMOS.

 

Micromachismo, según Luis Bonino Méndez, se define como: “aquellas prácticas de dominación masculina en la vida cotidiana, del orden de lo "micro", de lo capilar, lo casi imperceptible, lo que esta en los limites de la evidencia”. Decidió incluir "machismo" en el neologismo que creó para definir estas prácticas porque, si bien no es un término claro (en tanto designa la ideología de la dominación masculina como los comportamientos exagerados de dicha posición), alude, en el lenguaje popular, a una connotación negativa de los comportamientos de interiorización hacia la mujer, que era lo que quería destacar en el término. Se trata de un amplio abanico de maniobras interpersonales que realizan los varones para intentar:

·         Mantener el dominio y su supuesta superioridad sobre la mujer objeto de la maniobra.

·         Reafirmar o recuperar dicho dominio ante una mujer que se "rebela" por "su" lugar en el vínculo.

·         Resistirse al aumento de poder personal o interpersonal de una mujer con la que se vincula, o aprovecharse de dichos poderes.

 

Al ser un conjunto de diversos comportamientos, Bonino las dividió en tres tipologías para un mejor estudio: micromachismos coercitivos, encubiertos y de crisis. En los micromachismos coercitivos, el varón usa la fuerza moral, psíquica, económica o de la propia personalidad para intentar doblegar y hacer sentir a la mujer sin la razón de su parte (tenemos: intimidación, control del dinero, uso expansivo del espacio físico, etc.). En los micromachismos encubiertos, el varón oculta (y a veces se oculta) su objetivo de dominio. Algunas de estas maniobras son tan sutiles que pasan especialmente desapercibidas, razón por la que son más efectivas que las anteriores (tenemos: abuso de la capacidad femenina de cuidado, maniobras de explotación emocional, creación de falta de intimidad, etc.). Y, los micromachismos de crisis suelen utilizarse en momentos de desequilibrio en el estable disbalance de poder en las relaciones, tales como aumento del poder personal de la mujer por cambios en su vida o perdida del poder del varón por razones físicas o laborales (tenemos: seudoapoyo, hacer méritos, dar lástima, etc.). El hombre, al sentirse perjudicado, puede utilizar específicamente estas maniobras, aumentando su cantidad o su intensidad con el fin de restablecer el statu quo desigual y perjudicial en la relación.

 

Ahora bien, ¿cómo saber cuando tu pareja está siendo micromachista o  solo desea tener una “atención” contigo? Puedes hacer dos cosas:

1.       Analizar objetivamente la verdadera razón de su comportamiento: ¿qué busca al hacer esto?

2.       Contactarte contigo misma para saber que sensaciones surgen en ti cuando tu pareja se comporta de esa manera.

Respecto a este último punto, si descubren que son sensaciones como tristeza, rabia, decepción o frustración; pueden estar seguras de que ese hombre empleó alguna técnica de la tipología descrita anteriormente.

 

Ahora que somos más concientes de ello, ¿qué podemos hacer? Sin importar cómo “descubriste” el micromachismo, lo ideal es “desactivarlo” para que no vuelva a ser usado. Para lograrlo, primero debes trabajar con tus propios prejuicios machistas y, luego, emplear el enfoque más adecuado para eliminar ese “mal hábito” (porque está basado en costumbres sociales). Recomiendo el enfoque cognitivo conductual y su esquema de creencias irracionales, ha surtido efecto con varios pacientes con quienes he tenido la satisfacción y el honor de trabajar.

Por último, quisiera aclarar que, si bien mencioné que tanto hombres como mujeres somos machistas y, por ende, micromachistas; me refiero al empleo de estas técnicas por parte de los hombres puesto que se sustentan en ideologías sociales donde la mujer siempre ha sido relegada, donde la conformación de los géneros se ha dado desequilibradamente basada en principios ilógicos relacionados con las actividades que realizaban nuestros ancestros en las cavernas y fuera de ellas. Lamentablemente, esta situación de desigualdad va ha continuar. Espero que este artículo ayude tanto a hombres como mujeres  para aportar con unos gramos en búsqueda del equilibrio en la balanza del género, que siempre estuvo a favor del hombre.

Creo firmemente en la equidad de los géneros y, por ello, siempre instigaré a las personas hacia la justicia y respeto de todo ser humano, con sus diferencias y cualidades, sin importar que use falda o corbata.

 

 

Ps. Angela Domínguez Vergara 

 


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