ELLAS TAMBIÉN LO HACEN ... Hombres Maltratados

Publicado en por Círculos de estudio Psicología para el Cambio

Centrándonos en la realidad de nuestra sociedad, al mencionar temas relacionados a la iolencia, enfocamos como víctimas principales a las mujeres; pasando por alto a las personas del sexo masculino, quienes también son víctimas reales de maltrato físico y/o psicológico por parte de éstas.

Aunque parezca increíble para muchos, a la fecha un total de 7 364 hombres han denunciado ser víctimas de violencia intrafamiliar ante la justicia chilena. Un problema del que se habla poco, pero que va aumentando considerablemente.

Así también, según Dobash y col., los registros de la policía y las cortes en los EE.UU. muestran consistentemente que un 5% de hombres son víctimas de violencia doméstica, lo que expresa la necesidad de considerar la experiencia de los hombres de violencia perpetrada por su compañera.

Lo anterior también demuestra que hoy en día los hombres tienen menos vergüenza de aceptar que una mujer los maltrata, algo que antes no ocurría, pues durante mucho tiempo el juicio social, las burlas y el "qué dirán" impidieron que muchos varones acusaran a sus parejas por violencia, no sólo manifestada a través de golpes, también los insultos, chantajes, manejo económico, amenazas, control o, simplemente, no respetar las opiniones del otro son formas de maltrato y causas por las que muchas víctimas masculinas actualmente denuncian. Se ha ido entendiendo que este problema no distingue edad, raza, situación social o económica.

Por otra parte, existen hombres agredidos por mujeres que podrían no reportar estos ataques debido a la vergüenza y tensiones con sus ideas sobre la masculinidad, o porque un policía podría reírse de un hombre que reporta violencia, pues e se considera que “un verdadero hombre jamás dejaría que su mujer le pegue". Esto es producto de la tradición machista de la sociedad, pero gracias al tiempo y las nuevas generaciones, estas ideas están siendo desechadas del pensamiento humano.

 

Según investigaciones realizadas sobre las consecuencias de la violencia, las mujeres que sufrían violencia doméstica tenían significativamente más probabilidades de tener afecciones de salud crónicas y a asumir comportamientos de riesgo. Entre esas afecciones crónicas, sin embargo, no se encontraban la diabetes, la hipertensión ni el sobrepeso. No obstante, las enfermedades crónicas relacionadas con la violencia doméstica entre las mujeres sí abarcaban el colesterol alto y un mayor riesgo de infección por VIH.

Por otra parte, los hombres maltratados tenían más probabilidades de usar bastón, muletas y silla de ruedas, así como a padecer de artritis, asma y accidentes cerebro

Vasculares. Además, estos hombres tenían factores de riesgo para la infección del VIH y las enfermedades de transmisión sexual. También eran más propensos a fumar y beber en exceso. Estos son los resultados hallados en las investigaciones.

Lo mencionado no refiere las consecuencias psicológicas que genera la violencia para los victimados. Por lo tanto, debemos resaltar la relevancia de la violencia doméstica como un problema de salud pública. Es por ello que, los proveedores de atención de la salud, tienen la oportunidad de brindar asistencia a los supervivientes de la violencia doméstica y atender sus necesidades de salud, así como a reducir el riesgo posterior de efectos negativos.

Muchos de ustedes dirán que no es lo mismo hablar de violencia contra la mujer y de violencia contra el hombre, considerando que las consecuencias son más fuertes para las mujeres; pues, como acabamos de ver, las secuelas se dan en ambos casos y, por lo tanto, debemos tomar medidas para disminuir estos sucesos en nuestra sociedad.

Afortunadamente, nosotros y nosotras como país podemos vencer ese deseo de eliminar la diferencia de género en el enfoque de la salud pública y unirnos al resto del mundo para concentrarnos en las principales amenazas de la violencia en ambos géneros. No sólo basta con reconocer estos hechos, sino realizar actividades para concientizar a la población sobre este tema y sus consecuencias, además realizar programas de prevención en las distintas comunidades. Para esto es necesaria la participación activa de todos por igual, ya que esto no se trata de una competencia de géneros, sino de la unión entre ambos para lograr tratarnos todos por igual y respetar nuestros derechos como seres humanos. Y así construir una mejor calidad de vida para toda nuestra sociedad.

 

 

 

  Marvin Moreno Medina
Estudiante de Psicología X ciclo

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